viernes, 10 de octubre de 2008

Nullius in verba. Hablemos de arte

Nullius in verba es el lema de la Sociedad de Ciencias Británica que significa "en palabras de nadie". Esta frase ayuda mucho a tratar de explicar la lucha del arte entre lo objetivo y lo subjetivo. Quisiera compartirles mis comentarios al respecto:

Estudiar las bellas artes es un tema complejo, lleno de vericuetos y andariveles. Nada fácil aunque a simple vista lo pareciera.

Cuando se habla de algo subjetivo estamos aludiendo a apreciaciones personales, lo que no significa que no estemos considerando los atributos y la naturaleza del objeto en sí. La atracción de una obra aumenta en la medida de la descripción particular de sus atributos. Si a una persona le gusta el rojo antes que el azul o si prefiere esa marca antes que aquella otra, está bien. Nada de esto contradice el significado y las propiedades que definen los objetos; sin embargo, cuando se trata de pronunciarse sobre la belleza de una obra de arte, estamos refiriéndonos a una cualidad de la cosa - que captamos de modo diferente - tratando de descubrir y describir del modo más ajustado aquello que tenemos delante de nuestra vista.

El arte no es todo aquello que la gente estima. La existencia de los destacados críticos de arte se justifica en la razón de que sus juicios permiten diferenciar el conocimiento de la ignorancia en materia artística; sin embargo, esto no implica que para hacer arte hay que ir a la Academia. Para hacer arte hay que ser artista y esto requiere romper con lo convencional y crear nuevos paradigmas. Ir a la Acamedia indiscutiblemente servirá para entender las técnicas, proporciones, profundidad, manejo de luz y demás características que un obra posee, pero se puede complicar cuando nos ajustamos a lo aprendido allí y terminamos siendo buenos copistas. Aquí radica el problema en dictaminar qué es y qué no es arte.

El arte no radica en cualquier cosa en cualquier sentido. Las valoraciones subjetivas en cuanto a los gustos y preferencias deben distinguirse de la objetividad del objeto sujeto a juicio. Es por esto que, como lo menciona Paul Johnson en su artículo Art: A New History, el arte abstracto se ubica más en el plano de la decoración en su percepción subjetiva, pero sigue siendo arte en el rigor objetivo.

En todo caso, en una obra, los elementos subjetivos requerirán menor tiempo de análisis por tratarse de particularidades de opinión, mientras que la determinación de las características objetivas deberán esperar que transcurra el suficiente tiempo mientras se recaba la mayor cantidad de opiniones (que estimamos competentes) para poder concluir según nuestros conocimientos. En esta línea, los artistas dependemos de la subjetvidad de los opinantes y la objetividad de los críticos.

Lo mismo ocurre en la ciencia. Al principio, una idea aparecerá como estrafalaria, pero luego de la demostración de su veracidad (planteada de manera hipotética por el investigador) y los respectivos debates en materia, se comprobará, de ser el caso, que es un avance científico. Esto sugiere que en el momento en que aparece la nueva idea, no resulta posible juzgarla con la debida objetividad (léase ponderación, detenimiento y perspectiva).

No olvidemos que cuando hablamos de arte, nos estamos refiriendo a lo realizado por el ser humano y por tanto, será revisado desde la óptica objetiva y subjetiva. Así como podríamos afirmar subjetivamente la belleza de una playa, de una puesta de sol, de la esbeltez de los caballos o de una noche estrellada; en el caso de las bellas artes, lo que se trata de juzgar son las propiedades, atributos y las técnicas (no constantes) que posee la obra, independientemente del gusto personal de quien la observa. Lo que se busca es objetividad.

Se pretende que la objetividad tenga la menor variación posible, mientras que la subjetividad nos permite identificarnos como únicos.