domingo, 7 de diciembre de 2008

Planetarium

Les comparto el más reciente performance colectivo de Jorge Restrepo, con arte-sonido de Walter Suazo.

Increíble. En esta ocasión, Restrepo plantea a jóvenes universitarios la necesidad de asumir responsabilidad con una sociedad, una ciudad, un país, una región... da igual, es un tema de afrontar compromiso y asimilar responsabilidades sociales.

¿Qué habrá pensado Atlas, el ser mitológico a quien se le jugó la mala broma de tener que soportar sobre sus hombros el peso de la Tierra? Ninguno de nosotros siente responsabilidad alguna por la rotación del planeta sobre su eje, ni sentimos que ejercemos influencia sobre su trayecto alrededor del Sol.

En un ambiente de rigor académico, ¿qué podría estar buscando un profesor de Recursos Humanos al sacar a un auditorio de alumnos de sus rutinas y sus uniformes, para mantener en el aire un montón de bolitas negras de plástico?

“Planetario” pone en manos de cada alumno de un grupo de estudiantes de la Universidad Zamorano tres de estas bolitas. Durante una semana los alumnos se familiarizan con su peso, su forma y se vuelven diestros en mantenerlas en el aire lanzándolas y atrapándolas una y otra vez. Al cabo de la semana la obra culmina en el salón de clase en el cual, durante los cuatro minutos de sonido compuesto especialmente para esta obra por Suazo, los alumnos ataviados de negro mantienen en órbita sus esferas, recreando así un complejo sistema planetario donde cada quien encarna durante unos momentos al mítico Atlas.

Las obras de Restrepo tienen la costumbre de alterar el orden de las cosas. No son sólo simples pinturas que podemos observar desde una distancia segura de aquí a la pared. Son obras que lo dejan a uno preguntándose dónde yace la línea entre la obra y el público si es que tal límite existe… El partícipe, con todas sus emociones, gestos y muecas es absorbido por el agujero negro del happening y se ve a sí mismo disuelto, despojado de sus preocupaciones encarnado en la experiencia del arte colectivo donde el público y la obra se vuelven uno solo.

Desde el punto de vista del documentador (cuestionablemente el único en posición de espectador) veo claramente cómo el esfuerzo individual de cada alumno en mantener su bola a flote se va tejiendo en una coreografía de caos ordenado y se integra a las pulsaciones de la composición de Suazo que emana el latir sincopado del corazón de este miniverso.

Se sabe que en el arte conceptual lo que prima es la idea, y la ejecución en este caso particularmente efímera sirve de fugaz vehículo para el concepto. El maestro Restrepo haciendo doble papel de profesor y artista, se vale de esta herramienta subutilizada y comúnmente reservada para una pequeña (y en el caso de Honduras diminuta) élite intelectual, para enseñar a sus alumnos. Uno aprende conceptos, los memoriza, de vez en cuando hasta los aplica, pero este tipo de experiencia conduce a una interiorización completa de la idea, de manera que ésta se vuelve parte de uno como lo son sus huesos y la piel. ¿Pero qué idea estamos encarnando aquí? ¿Y con qué fin?

Los seres humanos hemos caminado irresponsablemente y sin conciencia sobre la faz de la Tierra. Estamos cambiando el planeta al extremo de volverlo inhóspito hasta para nosotros mismos.

El documento fotográfico hace constar la esperanza, la expectativa y el asombro con que el alumno suelta la bola y la sigue con su mirada a lo largo de su órbita, esperando que vuelva a sus manos, para volverla a lanzar. A pesar del cansancio, el dolor de cuello, la monotonía, las fallas en puntería, en ese momento la responsabilidad y preocupación por el destino de esa bola las vive en carne y hueso cada uno.

El alumno termina rendido, expresando un renovado respeto por la naturaleza y el universo, y con palabras que todos conocemos, pero con un brillo en los ojos que indica un profundo entendimiento de esta idea ancestral, dice, "en las manos de los jóvenes está el destino del planeta."

Jorge Antonio Espinosa, documentación