jueves, 23 de abril de 2009

Cumbre de las Américas, una carrera de obstáculos para Obama

La quinta Cumbre de las Américas en Trinidad y Tobago tuvo un ganador: el presidente Barack Obama, quien hábilmente logró desarmar a aquellos que querían una confrontación.

Aunque los conservadores critiquen a Obama por sus gestos cordiales y apretones de mano con Chávez y la carencia de contenido, la prioridad para este encuentro fue en torno al manejo de la imagen, y no en la elaboración de políticas. Obama lo dejó muy claro.

Desde que Clinton organizó la primera Cumbre de las Américas en 1994, esta reunión regional se ha venido distorsionando. En 2005 tocó fondo en Mar del Plata, Argentina, cuando el presidente Kirchner permitió la quema de banderas estadounidenses declarando el entierro del Área de Libre Comercio de las Américas y con esto la desaparición de cualquier propósito colectivo.

Desde allí, la Cumbre ha sido secuestrada por líderes populistas como Chávez, Morales y Ortega para maldecir el “intervencionismo yanqui” en América Latina. En esta cumbre, Obama hábilmente evitó un desencuentro público con los populistas sin mostrarlo como un signo de debilidad sino más bien una muestra de diplomacia efectiva.

El tema de Cuba fue clave. Considerando que sus contrapartes presionarían para que terminara el embargo a la isla, Obama había levantado incondicionalmente las restricciones a los cubanos estadounidenses para viajar y enviar remesas a la isla y ofreciendo a las compañías de telecomunicaciones la posibilidad de llevar la tecnología a este lugar en el planeta, con esto Obama desbarató la intención del pelotón bolivariano de convertir el evento de mandatarios en un festín anti-yanqui en torno al tema cubano.

Sin embargo, el presidente Obama debería ser más atrevido en su acercamiento con Cuba. Obama debería levantar unilateralmente el embargo comercial y la prohibición de viajar a la isla. Con esto golpea dos veces: i) Castro se queda sin excusa para culpar a Estados Unidos por la deplorable situación económica cubana, y ii) presionaría a aquellos que prefieren denunciar el embargo estadounidense en vez de la represión política que se vive en Cuba.

Obama debe aprovechar el voto de buena voluntad que hasta el momento ha ganado y reforzado en la reciente Cumbre. Abogar por una reforma migratoria que permita a los extranjeros indocumentados legalizar su estatus en Estados Unidos, crear un programa que otorgue suficientes visas para trabajadores extranjeros temporales, serían grandes pasos a seguir.

En la cumbre quedó claro que Washington no puede dar por sentado a sus amigos en la región. El gobierno estadounidense deberá comprometerse con los países que desean hacer negocios con ellos, al mismo tiempo que evita enfrentamientos con aquellos líderes que quieren altercados. Los tratados de libre comercio pendientes con Colombia y Panamá deberán ser resueltos a la brevedad posible.

En general Obama hizo un excelente papel visto desde su arista política aunque dejó pasar la oportunidad de retribuirle el regalo que el presidente Chávez le ofreció con el libro “Las Venas Abiertas de América Latina”; el libro "El perfecto idiota latinoamericano” le hubiese caído muy bien como opción de regalo.

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