miércoles, 4 de marzo de 2009

¿Quién tiene la razón?


Definitivamente, la pregunta del millón. Conocidos economistas, incluyendo ganadores del Premio Nóbel, tienen posiciones opuestas sobre el paquete de estímulo gubernamental en los EEUU y respecto a lo que se debe hacer en una recesión mundial.

Hay dos escuelas de pensamiento. Un grupo sigue las enseñanzas de la escuela austríaca y de Chicago, influenciados por economistas como Hayek y Milton Friedman. Los pertenecientes al otro grupo son conocidos como keynesianos porque aceptan muchas de las enseñanzas de John Keynes y sus discípulos.

Las recesiones y depresiones suelen ser el resultado de una excesiva expansión del crédito y/o inflación, generalmente causada por los bancos centrales. La causa principal de la actual crisis mundial fue el reventón de la burbuja del sector inmobiliario en EEUU y otros países. Esto sucedió porque demasiado dinero fluía hacia la construcción de viviendas y se redujeron las restricciones al crédito. Falta de conocimiento académico o irresponsabilidad financiera? Por último, poco o nada importa, el daño ya está hecho.

Los economistas del primer grupo – Friedman y Hayek – mantienen que una vez que el Banco Central frena la emisión de dinero y del crédito, el libre mercado se corrige por si solo, dejando que caigan los precios de los bienes sobrevaluados (las viviendas hoy) hasta alcanzar el equilibrio entre la oferta y la demanda, cuando de nuevo comenzará a crecer la economía. El gobierno puede ayudar e incentivar reduciendo impuestos al capital y al trabajo (aunque eso se vería reflejado en un ajuste en el presupuesto fiscal), a la vez que extiende su ayuda a gente que ha perdido su empleo (aunque confieso que tengo dudas sobre la temporalidad de los subsidios de desarrollo humano, al menos en Latinoamérica).

Los economistas keynesianos argumentan que durante una recesión los individuos y las empresas gastan e invierten menos de lo necesario para mantener el pleno empleo. Su solución es aumentar los gastos gubernamentales para reponer esa caída. Pero los economistas austríacos argumentan que todo gasto gubernamental tendrá que ser respaldado, tarde o temprano, con mayores impuestos, lo cual reduce el valor de la moneda. Entonces, los keynesianos responden que el gobierno utiliza así mano de obra desempleada y capital sobrante, lo cual aumentará la recaudación.

Si el aumento del gasto gubernamental se utilizara solamente en proyectos donde los beneficios exceden los costos de mayor inflación e impuestos más altos, esa teoría tendría mérito. Inversión en educación y salud es fundamental, y análogamente tecnología, incrementará la productividad de un país. Pero se confrontan graves problemas al tratar de convertir la teoría keynesiana en políticas prácticas. Hay que determinar el monto del “estímulo” y proceder a gastarlo al comienzo de la recesión.

La experiencia indica que el gasto gubernamental adicional llega tarde, a menudo después de terminada la recesión. Eso aumenta la presión inflacionaria y los nuevos gastos gubernamentales suelen hacerse donde los políticos pueden sacarle provecho electoral, potencializando su populismo en obras que no van acorde con la estrategia de crecimiento de un país a mediano y largo plazo, como estamos viendo hoy en varios países latinoamericanos.

El bajo crecimiento y alta inflación se conoce como “estanflación”, un efecto económico que ocurrió en EEUU en los años 70. Los keynesianos no tienen solución para eso. Lo economistas de las escuelas de Austria y Chicago sí, aunque el ajuste es doloroso. Reagan y Thatcher lo hicieron (actuando a la altura del desafío) y en cierta medida Pinochet. Pero, ¿serán capaces Chávez, Morales, Kirchner, Correa, Lugo, Da Silva, entre otros, de lograrlo como líderes?

El presidente Obama dice que "los economistas de un amplio espectro político están de acuerdo" con la necesidad de un gasto público masivo para estimular la economía. La aplicación de un modelo keynesiano. Sin embargo, muchos economistas no están de acuerdo. Cientos de ellos, incluyendo Premios Nóbel y otros académicos reconocidos, han firmado un anuncio que se colocó en periódicos alrededor de EE.UU. Les comparto el texto:

"A pesar de los reportes de que todos los economistas ahora son Keynesianos y de que todos respaldamos un gran aumento en el peso del gobierno, nosotros los que aquí firmamos no creemos que más gasto público es una manera de mejorar el desempeño de la economía estadounidense. El aumento en el gasto público por parte de los gobiernos de Hoover y Roosevelt no sacó a la economía estadounidense de la Gran Depresión en la década de 1930. Más gasto público no resolvió la 'década perdida' de Japón en los noventas. De tal manera que es un triunfo de la esperanza sobre la experiencia creer que más gasto público ayudará a EE.UU. hoy. Para mejorar la economía, los políticos deberían enfocarse en reformas que eliminen los obstáculos al trabajo, al ahorro, a la inversión y a la producción. Tasas de impuestos más bajas y una reducción de la carga tributaria siempre son las mejores maneras de utilizar la política fiscal para estimular el crecimiento".

Quién tiene la razón? No lo sabemos, pero los resultados de las políticas nos afectarán a todos.

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